Experimentación pictórica-textil
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Experimentación pictórica-textil *
una serie de ejercicios escultóricos que repiten un gesto insistente, el de hurgar: meter los dedos en la herida, no para cerrarla ni para curarla, sino para ver qué hay adentro. Lo que supura, habla. Hurgamos, escarbamos, investigamos el corte para buscar entre las capas - de representación, de la piel, de la memoria - la forma en que hemos aprendido a mirar(nos), cuidar(nos), suturar(nos). Así, la pieza es un catálogo de diecisiete heridas, cada una un cuerpo a medio decir: cuerpos hechos de velos y capas que no ocultan del todo. Las telas son porosas, tejidas, y transparentes. Se apilan como recuerdos y en algún punto, siempre, las atraviesa un corte. Cada corte contiene una memoria, en nuestra historia, en nuestros deseos y en las formas en que tratamos y representamos al cuerpo. No hay tejido sin desgarre. Hurgar es una manera de abrir lo que parecía sellado, de mirar con insistencia, de encontrar lo que brota de nuestra piel, como si cada herida fuese también una arqueología. Capas físicas que son también simbólicas: velos culturales, construcciones de género, ficciones del cuerpo femenino que han sido impuestas, performadas, heredadas. Urgar es también cuestionar, es una práctica de desobediencia: intervenir lo que parece cerrado, nombrado, cicatrizado.